domingo, 20 de noviembre de 2011

Hay plan B. Bioeconomía, Biotecnología y Biofábrica ecológica.

Los recursos naturales ya no son inagotables. El mundo enfrenta grandes problemas como: el aumento de la población mundial aproximándose a la “carga máxima de la tierra”, fuerte incremento en la demanda de energía y alimentos, aumento de la contaminación producto de la mayor cantidad de habitantes y de la actividad humana, una peligrosa acumulación de gases en la atmósfera, agotamiento de la energía fósil-extractiva antes abundante y barata, y un declive constante de la diversidad biológica ante la apropiación de más espacios físicos por el hombre.
No es de extrañar entones la cantidad de crisis económicas de los últimos años. Todas estas crisis se originan en el agotamiento de modelos económicos de producción y consumo cíclicos montados sobre la base de que los recursos naturales son inagotables. La economía ortodoxa no tiene un plan A, hace agua por todos lados, no puede dar respuestas reales a las necesidades socioeconómicas crecientes.
En el contexto planteado resurge el modelo económico concordante con las leyes de la naturaleza: la bioeconomía de Nicolás Georgescu-Roegen de la mano del avance de su tecnociencia, la biotecnología, y su motor productivo la biofábrica (preferentemente celular y fotosintética). Hoy podemos redefinir a la bioeconomía como una economía basada en la biotecnología capaz de generar en tiempo y forma los recursos naturales renovables con su acervo de 65 millones de genes para dar respuestas a necesidades socioeconómicas tales como la demanda de energía, alimentos, disminución de los gastos en salud y cuidado del medio ambiente, generando a su vez trabajo e ingresos en forma sustentable.
Es hora de utilizar los millones de genes conocidos para crear una nueva matriz económica, restablecer las pautas perdidas en la naturaleza y hacer posible la vida en la tierra.

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